ESTIMABLE CONCURRENCIA: Desde la imponente majestuosidad del bello solar Atlixquense, bajo su cielo espléndido y luminoso, desde este rincón de México donde el patriotismo es efervescencia fecunda y sonora, vamos a tomar del firmamento un nombre para cambiar un instante su sitial de estrellas por un altar de corazones.
La Historia Contemporánea –eclosión de voluntades- se pone de pie para saludar a Juárez; la Historia Contemporánea –Ave Fénix de Forjadores- escribe en la reverencia de los pueblos que nacen después de comprender y sentir fraternalmente la igualdad de todos en todas las razas: MÉXICO DE JUÁREZ: ¡BENITO PABLO JUÁREZ!, dice amorosa el alma nacional! ¡BENITO PABLO JUÁREZ!, repite la eternidad con su lenguaje de sol y esperanza! Hombre que al corazón de México habla con el lenguaje inaudito del hijo inmortal; hombre que dejó la figura humana para hacerse símbolo y orgullo, geografía y raza, esperanza y luz. Benito Juárez es de siempre, porque alcanzó lo excelso con un solo impulso que justificó toda su grandeza en una apoteosis de fe: MORIRÉ DE HAMBRE Y DE SED ENVUELTO EN LA BANDERA DE LA REPÚBLICA.
Para hablar de Benito Juárez no necesitamos un panegírico pasional. Juárez es conocido, está en el propio corazón de la Patria y es la razón de su existir libertario. Juárez está junto al indio redimido y más junto aún, del que sufre. Juárez está en su apacible aldea donde las montañas alzan sus brazos queriendo alcanzar al hijo que se les fue al infinito. Juárez está también en el nacarado impulso de las olas que viven besando a la Patria y en el rumor del hogar de la esperanza que llamamos escuela.
La vida de Juárez está unida a la tierra, su alborada dio a Guelatao una luz que ilumina eternamente a la Patria; su biografía tiene algo de bucólico. Se levantó de lo ínfimo y alcanzo lo excelso. De la noche del indio, sangre y congoja de la Patria, brotó un amanecer de libertades en el cerebro singular del hombre que bebió a raudales la justicia en “EL JARRO QUE LLORA POR LOS POROS LA OPRESIÓN DE LA CARNE DE SU RAZA”. De la heredad de pobreza ancestral nació la riqueza espiritual de su enorme voluntad. Demostró que la inferioridad racial no existe ante la potencialidad del espíritu. Su vida principió en leyenda y culminó en epopeya. La sonoridad de su flauta fue el preludio de sus clarines de victoria. En continua lucha por la pobreza, su estoicismo de hombre fuerte lo condujo al triunfo.
¡Vedlo ahí!, con su bandera, nuestra bandera, pidiendo que la integridad nacional siga siendo conquista en superficies de luz para el derecho. Derecho que ha de lograrse al través del lápiz, del cuaderno y del libro, porque del VERDE, nace la voluntad suprema de superación que es libertad; del BLANCO, brotan las letras que son moldes de esperanza y nueva vida, y del ROJO, surgen rectilíneos con matices de alborada porque cada página es una tea de liberación.
Vuestro homenaje, nuestro homenaje, debe estar a la altura de los cielos que dominan las águilas en un concierto de voces primordiales que se anidan en el amor de sus inmortales hijos héroes. Vayamos en luenga romería a cantar su glorioso pasado, y con un nuevo grito en la garganta, justifiquemos con clarinadas de victoria el presente como un triunfo que envuelve su grandeza. HE DICHO.
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