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Foto del escritorEpifanio Estrada

Partícula infinitesimal



Partícula infinitesimal soy del torbellino del movimiento eterno, y espero sin embargo, que una chispa creadora que es la vibración de la vida, ilumine mi pensamiento para poder entregar las llamas simbólicas de la verdad de lo que representa y es la Mujer, para dejar consolidado una vez más, la obra de nuestras Madres. Corresponde a Sarabasti, diosa de la palabra, preparar los caminos, pues como matrona impecable y fecunda, entrega a la humanidad el primer beso de redención de los pueblos, justificando que es la mujer, debe ser la mujer y será solo la mujer la fortaleza, el principio y fin donde siempre encontrará asiento la Ley de Amor. Sí, porque la fisiología de la mujer solo se cifra en la palabra AMOR: le gustan las flores, los pájaros y los niños, porque todo ello representa inocencia y amor; le gusta la música y la alegría, porque es su ambiente y representa armonía; es reacia al mal, por percepción del bien que en su ser tiene y es amiga de la moda porque es amante del progreso. Y que no diremos de la mujer convertida en madre: a las jóvenes que mecen en sus brazos las esperanzas de la patria, a las ancianas cabezas que con orgullo contemplan al hijo que ya forma parte de la fila que lleva a la patria hacia el progreso. Porque madre significa amor sublime: es la creación y la formación de los seres, es decir, da vida y forma espiritual. Ved, pues, todo lo que quieren decir cinco letras, elementos de una sencilla palabra que sublimiza a la mujer. Por la bondad de sus almas, por los constantes sacrificios, por la ternura que comunican en sus caricias, y por la misión que tienen ante el mundo, justo es dedicarles este día para expresarles la gratitud y la veneración que nos merecen. El hombre buscará en esta fecha la mejor forma de demostrar el amor y el respeto que sienten por este ser querido, y los jóvenes expresarán con la dulce y sincera mirada de sus ojos, el inmenso cariño, que inundará de gozo el corazón de nuestras adoradas madrecitas. Madre que sufres, piensas, auscultas, meditas y lloras en tus hijos, que el afloramiento de los más tiernos y dulces sentimientos de esos hijos, sea como un tesoro de incalculable valor que hoy te entreguen, como un manantial de agua purísima, como un tabernáculo inmaculado cuya consigna momentánea sea la de hacerte feliz; que una lluvia de rosa y de estrellas cubra tu cabecita y que el cielo te prodigue un cúmulo de bendiciones.

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